Por andar trasteando con el blog a la hora de las brujas intentando corregir un título que pertenece en realidad a otro de mis múltiples blogs, se han borrado accidentalmente los tres comentarios que llevaba la presente entrada. ¡Hay que joderse, para una vez que la gente responde! Mil perdones a los damnificados. Lo siento una barbaridad.
¿Pero cómo se puede ir así en bicicleta? Muy buena captura para la posteridad, Ripley. Yo también ando a mis cosas a horas intempestivas. Te recomiendo la lectura de los poemas de Neruda de Pedro Ojeda. Felices sueños.
hay gente para todo Campu, pero te aseguro que esta visión para un ex-ciclista como yo es un esperpento, vamos que ni Valle-Inclán. El casco en la nuca, sin atar, la pedalada mal medida y el sillín mal regulado en altura y con ¡botas! ¡a 14º!, peor era la compañera que iba detrás y que no saldrá en éste blog porque no existe foto suya.
Por andar trasteando con el blog a la hora de las brujas intentando corregir un título que pertenece en realidad a otro de mis múltiples blogs, se han borrado accidentalmente los tres comentarios que llevaba la presente entrada. ¡Hay que joderse, para una vez que la gente responde! Mil perdones a los damnificados. Lo siento una barbaridad.
ResponderEliminar¿Pero cómo se puede ir así en bicicleta?
ResponderEliminarMuy buena captura para la posteridad, Ripley.
Yo también ando a mis cosas a horas intempestivas.
Te recomiendo la lectura de los poemas de Neruda de Pedro Ojeda.
Felices sueños.
hay gente para todo Campu, pero te aseguro que esta visión para un ex-ciclista como yo es un esperpento, vamos que ni Valle-Inclán. El casco en la nuca, sin atar, la pedalada mal medida y el sillín mal regulado en altura y con ¡botas! ¡a 14º!, peor era la compañera que iba detrás y que no saldrá en éste blog porque no existe foto suya.
Eliminarbesos
¿Peor? Y eso que lo del casco no se aprecia mucho al no vérsele la cara y no saber hacia donde miraba.
ResponderEliminarLo del casco sin poner en su sitio está bien para cuando con los tacones se enrede en arrastre. ¡Ay, qué cosas veredes!
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